¡NO A LA VIOLENCIA MACHISTA! ...1 de cada 4 jóvenes (entre 15 y 24 años) justifica la violencia machista. Estudio realizado por una organización española de ayuda a la drogradicción.

martes, 6 de diciembre de 2016

CONTAMINACIÓN EN EL MAR MENOR

Contaminación actual en el Mar Menor

Han bastado dos años para que los fondos del Mar Menor se hayan convertido en un desierto: entre el verano de 2014 y el otoño de 2016 ha desaparecido el 85% de las praderas marinas, coincidiendo con el mayor proceso de eutrofización conocido en la laguna, según el estudio que presentaron ayer el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE). Un «absoluto escándalo» y una «hecatombe ambiental», en palabras de 
Pedro García, director de la organización ecologista. El 15% de las comunidades de plantas acuáticas que han sobrevivido a la intensa contaminación por nitratos agrícolas, vertidos urbanos y metales pesados de la minería y embarcaciones se refugian en la periferia del humedal, en zonas de poca profundidad donde la luz aún llega al fondo.

El resto, es decir casi todo, es ahora un páramo marino cubierto de fango, según el demoledor gráfico que difundieron los autores de este informe; por la mañana en Murcia, en rueda de prensa en la sede de ANSE, y por la tarde en las instalaciones del IEO en San Pedro del Pinatar, ante la comunidad científica y agentes sociales implicados en la gestión de este espacio natural donde confluyen numerosas actividades económicas.

IEO y ANSE cartografiaron la distribución de las diferentes comunidades de fanerógamas en la laguna hace dos años –en el marco de un proyecto científico cofinanciado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente–, con resultados mucho mejores de lo previsto entonces: tanto las autóctonas ‘Cymodocea nodosa’ y ‘Ruppia cirrhosa’ como la colonizadora ‘Caulerpa prolifera’ presentaban desarrollos muy elevados: la vegetación sumergida se extendía sobre casi todo el fondo de la laguna, 13.780 hectáreas de un total de casi 17.000. La fotografía de portada de ‘La Verdad’ del 2 de agosto de 2014 mostraba a una bióloga tomando datos en una piragua posada sobre un manto verde.





Los buceadores, de la mano

Estos resultados daban la vuelta a estudios anteriores que consideraban que la superficie de estas comunidades de macrófitos bentónicos se había reducido a niveles muy bajos. Pero dos años después, este singular ‘bosque’ marino de gran importancia en el funcionamiento del ecosistema lagunar ha desaparecido casi por completo. «Es dramático sumergirse ahora mismo en el Mar Menor y comprobar la ausencia casi total de vegetación y fauna», afirma Pedro García. 

Los científicos tuvieron que emplear linternas con luces led de gran potencia, en septiembre y octubre pasados, para poder ver a solo cinco metros de profundidad debido a que la enorme densidad de fitoplancton en la columna de agua impide el paso de la luz. La única manera de no perderse, explicó, era que los buceadores fueran cogidos de la mano durante los transectos por el fondo de la laguna. Los investigadores recorrieron los mismos lugares de medición y emplearon idénticas metodologías a las que se utilizaron para confeccionar el mapa de vegetación de 2014.

Esta «situación de muerte y destrucción impresionante» es un «absoluto escándalo», afirma el director de ANSE, aunque advierte de que no es irreversible: «El Mar Menor no ha llegado hasta aquí en un año o dos, así que tampoco se va a solucionar en unos meses ni va a ser nada fácil. La vegetación sumergida se puede recuperar, aunque no sabemos en cuánto tiempo porque depende de muchos factores».

El IEO y ANSE han analizado los metales pesados, relacionados con la minería y la actividad portuaria y náutica, y también las concentraciones de nitrógeno y fósforo de los tejidos de la vegetación submarina, originadas por los vertidos de la agricultura y de las aguas residuales urbanas. «Estos análisis evidencian la influencia de estos vertidos sobre las praderas marinas. Para poder relacionar todos estos aspectos con la actividad humana se ha realizado una base de datos georreferenciada y exhaustiva de todas las presiones de la actividad humana presentes en el Mar Menor: puertos, playas artificiales, vertidos y aportes terrígenos en general», señalan los investigadores.

«El agua no está mejorando»

«Esto supone», añaden, «un importante cambio en el ecosistema lagunar que requerirá especial atención y seguimiento para determinar sus posibles consecuencias ecológicas y sobre las actividades humanas que se desarrollan en el Mar Menor. La evolución de los límites de las praderas marinas será, por tanto, el mejor indicador ecológico».

La clave es la calidad del agua, «que no está mejorando», según Juan Manuel Ruiz, responsable del grupo de fanerógamas marinas del Instituto Español de Oceanografía. «La laguna está estable dentro de un estado no deseable, así que hay que eliminar las presiones y perseverar en un trabajo duro e intenso».

«Aún está todo por hacer», insiste Pedro García, quien asegura que solo con el cese parcial de vertidos agrícolas y la instalación de un filtro verde no se recuperará el ecosistema. «La agricultura intensiva, tal y como la conocemos, es incompatible con la conservación del espacio natural», mantiene, «así que quizá haya que aprovechar la oportunidad que da esta situación desastrosa para tomar medidas drásticas que de otra manera nadie se hubiera planteado».
La consejera de Agua, Agricultura y Medio Ambiente, Adela Martínez-Cachá, dijo ayer ser consciente de la regresión de las praderas marinas, pero confió en que la vegetación sumergida vuelva a colonizar el Mar Menor conforme mejore la calidad del agua.


Fuente: La verdad

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