Olimpe de Gouges, publico en 1791 "La declaración de los derechos de la mujer", reclamando un trato igualitario y luchando toda su vida contra la esclavitud. Fué guillotanida , en 1789, como me hubieran guillotinado a mi, a cualquiera de mis compañeras feministas, por trabajar por nuestros derechos, ella fue una precursora del voto y de la justicia social.
Olympe de Gouges (Montauban, Francia, 7 de mayo de 1748-París, 3 de noviembre de 1793) es el seudónimo de Marie
Gouze, escritora,dramaturga, panfletista y filósofa política francesa,
autora de la Declaración de
los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791). Como otras
feministas de su época, fue abolicionista.
Detenida por su defensa de los Girondinos fue juzgada sumariamente y murió guillotinada.
Nació en una familia burguesa de Montauban (su
padre era carnicero y su madre hija de un negociante de telas). Se casó en 1765
con un hombre mayor, quedando al cabo de un tiempo viuda y con un hijo, Pierre
Aubry. Muy decepcionada por el matrimonio en general, que calificó de
"tumba de la confianza y del amor", se negó a volver a casarse. A
principios de 1770, se trasladó a París donde se preocupó de que su hijo
recibiera una muy buena educación. Llevaba una existencia burguesa, y
frecuentaba los salones literarios parisinos donde conoció a la élite
intelectual del siglo de oro francés. En 1774, su nombre figuraba
en el Almanaque de París, el "Quién es quién" de la época.
Emprendió entonces una carrera literaria al igual que su padrino, el poeta
Jean-Jacques Lefranc de Pompignan. Empieza a firmar con el nombre de
Marie-Olympe u Olympe, segundo nombre de su madre, y añade una partícula a su
apellido, cuya ortografía oficial aparecía tanto como Gouze o Gouge (su hermana
mayor era Gouges).
Escribió varias obras de teatro y montó una
compañía teatral itinerante que recorría la región de París, sin que sus
ingresos le permitieran mantenerse. Pero rápidamente sus obras empezaron a ser
representadas en teatros de toda Francia. Su obra más conocida, La esclavitud de los negros (L’esclavage des noirs), fue
publicada en 1792, pero fue inscrita en
el repertorio de la Comédie-Française en 1785 bajo el título de Zamore y Mirza, o el feliz
naufragio (Zamore et
Mirza, ou l’heureux naufrage).
Esta obra atrevida pretendía llamar la
atención sobre la condición de los esclavos negros, pero Olympe tuvo que
enfrentarse con la desaprobación de los actores de la Comédie Française.
Ésta dependía económicamente de la Corte de Versalles donde muchas familias nobles se habían
enriquecido con la trata de esclavos. Por otro lado, el comercio con las
colonias de ultramar representaba entonces el 50% del comercio exterior del
país. Olympe fue encarcelada en la
Bastilla por medio de una lettre de cachet,
pero fue liberada al poco tiempo gracias a la intervención de sus amigos.
Con la Revolución, su obra pudo por fin ser
representada en la
Comédie Française. A pesar de las presiones y amenazas del lobby colonial, todavía muy influyente,
Olympe de Gouges mantuvo una intensa actividad a favor de la abolición de la esclavitud.
En 1788 publicó el ensayo Réflexions sur les hommes nègres (Reflexiones sobre los hombres negros)
que le abrió las puertas del "Club des amis des noirs" (Club de los
amigos de los negros) del que fue miembro. En 1790 escribió otra obra sobre el mismo
tema, Le marché des Noirs (El mercado de los negros).
Los principales dirigentes del movimiento
abolicionista, el abate Grégoire y el diputado girondino Brissot, dejaron constancia en sus escritos de
la admiración que sentían por Olympe de Gouges.
En 1788, el Periódico general de Francia (Journal général de France)
publicó dos de sus folletos políticos, tratando uno de ellos de su proyecto de
impuesto patriótico que desarrollará más tarde en su famosa Carta al pueblo (Lettre au Peuple). El segundo
dibujaba un amplio programa de reformas sociales. Estos escritos fueron
seguidos de folletos que dirigía periódicamente a los representantes de las
tres primeras legislaturas de la
Revolución , a los Clubes patrióticos y a diversas
personalidades como Mirabeau, La Fayette y Necker a los que admiraba. Se calcula que
fueron cerca de 30 panfletos. Fundó varias Sociedades Fraternas para ambos
sexos.
En 1791 escribió su famosa Declaración de
los Derechos de la Mujer y la Ciudadana que comenzaba con las siguientes
palabras:
Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta
pregunta.
En la línea de Montesquieu,
defendió la separación de poderes. Apoyó en un principio la
monarquía constitucional, pero se adhirió rápidamente a la causa republicana y
se opuso a la condena a muerte de Luis XVI en 1793. Tomó partido por los Girondinos y advirtió sobre los riesgos de
dictadura criticando duramente la política de Robespierre y Marat. Denunció también la
creación del Comité de Salvación Pública.
Su defensa de los Girondinos, después de que
éstos fueran eliminados de la escena política en junio de 1793, le valió ser
detenida en agosto de 1793 bajo la acusación de ser la autora de
un panfleto a favor de estos. Enferma por culpa de una herida que se había
infectado, fue transferida a una enfermería carcelaria. Para que su detención
le fuera más soportable, empeñó sus joyas en el Monte de Piedad consiguiendo
así que se la trasladara a una pensión burguesa donde se recluía a los
detenidos enfermos de la alta sociedad. Olympe de Gouges reclamó sin descanso
que se la juzgara para poder defenderse de las acusaciones que pesaban sobre
ella, y evitar así el expeditivo tribunal revolucionario. Con este fin, compuso
dos panfletos que logró sacar de su lugar de reclusión y que tuvieron una
amplia difusión, "Olympe de Gouges en el Tribunal revolucionario" y
"Una patriota perseguida". Fueron sus últimos textos.
El 2 de noviembre de 1793, 48 horas después de
que fueran ejecutados sus amigos girondinos, Olympe fue llevada ante el
tribunal revolucionario sin poder disponer de abogado. Se defendió con valor e
inteligencia en un juicio sumario que la condenó a muerte por haber defendido
un estado federado, de acuerdo con los principios girondinos. Fue guillotinada
al día siguiente, el 3 de noviembre de 1793. Según la declaración
de un inspector de la policía y el periódico contrarrevolucionario Le Journal del editor Perlet, Olympe de Gouges
subió al cadalso con valor y dignidad, aunque el hijo del verdugo, Henri
Sanson, y otros testimonios que recogió el historiador Jules Michelet afirman lo contrario.
El único hijo de Olympe de Gouges, Pierre
Aubry, renegó de ella públicamente poco después de su ejecución, por temor a
ser detenido.
Sus trabajos fueron profundamente feministas y revolucionarios. Defendió la
igualdad entre el hombre y la mujer en todos los aspectos de la vida pública y
privada, incluyendo la igualdad con el hombre en el derecho a voto, en el
acceso al trabajo público, a hablar en público de temas políticos, a acceder a
la vida política, a poseer y controlar propiedades, a formar parte del
ejército; incluso a la igualdad fiscal así como el derecho a la educación y a
la igualdad de poder en el ámbito familiar y eclesiástico. Olympe de Gouges
escribió:
Si la mujer puede subir al cadalso, también se le debería
reconocer el derecho de poder subir a la Tribuna.
Se dirigió a la reina María Antonieta para que protegiera "su
sexo", que decía desgraciado, y redactó la Declaración de
los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, calcada sobre la Declaración de
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en la cual afirmaba
la igualdad de los derechos de ambos sexos.
Asimismo realizó planteamientos sobre la supresión
del matrimonio y la instauración del divorcio,
la idea de un contrato anual renovable firmado entre concubinos y militó por el
reconocimiento paterno de los niños nacidos fuera de matrimonio.
Fue también una precursora de la protección de
la infancia y a los desfavorecidos, al concebir en
grandes líneas, un sistema de protección materno-infantil (creación de maternidades)
y recomendar la creación de talleres nacionales para los parados y de hogares
para mendigos.
Artículos de la Declaración de los
derechos de la mujer y la ciudadana
Olympe de Gouges redactó una adaptación de la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano cambiando en muchos casos la palabra hombre por mujer,
y en otros artículos resaltando el predominio del hombre sobre la mujer.
I - La mujer nace libre
y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden
estar fundadas en la utilidad común.
II - El objetivo de toda asociación política es la
conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos
derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la
resistencia a la opresión.
III - El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación que no es más que la
reunión de la Mujer
y el Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no
emane de ellos.
IV - La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo
que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los derechos naturales de la
mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos
límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón.
V - Las leyes de la
naturaleza y de la razón prohíben todas las acciones perjudiciales para la Sociedad : todo lo que no
esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser impedido y
nadie puede ser obligado a hacer lo que ellas no ordenan.
VI - La ley debe ser la expresión de la voluntad general;
todas las Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en su formación
personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos;
todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben
ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos,
según sus capacidades y sin más distinción que la de sus virtudes y sus
talentos.
VII - Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida
y encarcelada en los casos determinados por la Ley. Las mujeres obedecen
como los hombres a esta Ley rigurosa.
VIII - La Ley
sólo debe establecer penas estrictas y evidentemente necesarias y nadie puede
ser castigado más que en virtud de una Ley establecida y promulgada
anteriormente al delito y legalmente aplicada a las mujeres.
IX - Sobre toda mujer que haya sido declarada culpable caerá
todo el rigor de la Ley.
X - Nadie debe ser
molestado por sus opiniones incluso fundamentales; si la mujer tiene el derecho
de subir al cadalso, debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus
manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.
XI - La libre comunicación de los pensamientos y de las
opiniones es uno de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta
libertad asegura la legitimidad de los padres con relación a los hijos. Toda
ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece,
sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad
de responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.
XII - La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana
implica una utilidad mayor; esta garantía debe ser instituida para ventaja de
todos y no para utilidad particular de aquellas a quienes es confiada.
XIII - Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los
gastos de administración, las contribuciones de la mujer y del hombre son las
mismas; ella participa en todas las prestaciones personales, en todas las
tareas penosas, por lo tanto, debe participar en la distribución de los
puestos, empleos, cargos, dignidades y otras actividades.
XIV - Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen el derecho de
comprobar, por sí mismos o por medio de sus representantes, la necesidad de la
contribución pública. Las Ciudadanas únicamente pueden aprobarla si se admite
un reparto igual, no sólo en la fortuna sino también en la administración
pública, y si determinan la cuota, la base tributaria, la recaudación y la
duración del impuesto.
XV - La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres
para la contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su administración a
todo agente público.
XVI - Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no
esté asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene
constitución; la constitución es nula si la mayoría de los individuos que
componen la Nación
no ha cooperado en su redacción.
XVII - Las propiedades pertenecen a todos los sexos reunidos o
separados; son, para cada uno, un derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser
privado de ella como verdadero patrimonio de la naturaleza a no ser que la
necesidad pública, legalmente constatada, lo exija de manera evidente y bajo la
condición de una justa y previa indemnización.
Legado
En vida, Olympe de Gouges tuvo que enfrentarse
con la misoginia habitual de la época, y fue
desacreditada por la incomprensión de sus ideas por parte de muchos de sus
contemporáneos. Su obra cayó en el olvido, mientras el desconocimiento y mala
interpretación de sus escritos contribuyó a convertirla en objeto de desprecio
y burla a lo largo del siglo XIX, donde gran parte de la intelectualidad francesa
rechazaba frontalmente la idea de que una mujer hubiera sidoideóloga
revolucionaria. Se dijo de Olympe de Gouges que apenas sabía leer y
escribir, se sospechó de la autoría de sus obras y se dudó de su capacidad
intelectual hasta llegar a cuestionar sus facultades mentales.
Hubo que esperar hasta el final de la Segunda Guerra
Mundial, para que Olympe de Gouges saliera del terreno de la caricatura y la
anécdota pseudo histórica, y se convirtiera en una de las grandes figuras
humanistas de Francia al final del siglo XVIII.
Fue objeto de estudio en Estados Unidos, Alemania y Japón. En Francia, después
de la publicación en 1981 de su biografía por Olivier Blanc, que
investigó su vida a partir de documentos originales de la época, los actos del
bicentenario de la
Revolución francesa en 1989 rindieron homenaje a la obra de Olympe
de Gouges. Desde entonces, se han representado varias de sus obras de teatro y
sus escritos fueron reeditados.
En 1989, a propuesta de la historiadora Catherine
Marand-Fouquet, varias peticiones fueron dirigidas al entonces presidente de la República Jacques Chirac para que el nombre de Olympe de Gouges
figurase en el Panteón de París. El presidente, asesorado por
el historiador Alain Decaux, descartó la idea.
Varios municipios franceses han querido rendir homenaje a Olympe de
Gouges, dando su nombre a colegios, institutos, plazas y calles. En Montauban,
su ciudad natal, el teatro municipal lleva su nombre desde 2006. En el distrito
XI de París, una sala de espectáculos situada en el emplazamiento de la antigua
cárcel de mujeres de La
Roquette también lleva su nombre. El 8 de marzo de 2007, una sala del Hotel
de Beauvau, sede del Ministerio del Interior francés,
le ha sido dedicada.
El 19 de septiembre de 2005 se estrenó en el
Teatro Empire de Buenos Aires Olimpia
de Gouges o la pasión de existir, obra de Margarita Borja y Diana Raznovich, editada en 2011 por el Instituto Universitario de
Investigación Feminista y de Género de la Universidad Jaume I de Castellón.
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